A lo largo de la historia de la cocina han sido muy diversas la formas de descubrir recetas e ingredientes. En algunas ocasiones como consecuencia de una investigación previa; en otras por un simple error, como ese pastelero que olvidó añadir mantequilla en la masa y al mezclarla más tarde dio lugar al hojaldre; o por mera casualidad, como cuenta la leyenda que pudo surgir el jamón al caer un cerdo en un pozo de sal y ser descubierto varios días más tarde.
Ahora bien, lo que resulta bastante sorprendente es que uno de los productos más consumidos y conocidos en muchos países, las patatas chips, vieran la luz en respuesta a los malos humos de un cocinero y su solemne arrebato de “hacerle la puñeta” a un cliente…
El protagonista en cuestión respondía al nombre de George Crum, responsable de cocina del restaurante Moon Lake Lodge´s en Saratoga Springs (Nueva York). En la carta de dicho restaurante se encontraban las patatas fritas al estilo francés; preparadas por el propio George Crum acorde con las estrictas normas culinarias que la cocina francesa tenía en referencia al grosor del corte. Patatas fritas que precisamente fueron introducidas algunos años antes en EE.UU. por Thomas Jefferson, que las conoció mientras era embajador de los Estados Unidos en Francia.
Pero allá por el año 1853, hubo un cliente que decidió que las patatas fritas de George eran muy gruesas y aceitosas. Y las hizo devolver a la cocina. Nuestro amigo, el Sr. Crum preparo unas patatas más finas que tampoco gozaron de la aprobación del cliente, que las devolvió de nuevo a la cocina.
Fue entonces cuando George Crum , ofendido y con una profunda estocada en su orgullo de chef, decidió cortar las patatas lo más finas posibles y freírlas en el aceite muy caliente, para que el cliente fuera incapaz de pincharlas con el tenedor. Su objetivo no era otro que provocar malestar en aquel individuo e iniciar una confrontación con él, que nadie jamás supo como terminó. Pues las patatas del Sr. Crum no solo causaron el efecto contrario; sino que las alabanzas del cliente fueron tales que el resto de comensales del restaurante se contagiaron del entusiasmo y fervor de éste. Y también ordenaron un plato de esas patatas tan finas que crujían al morderlas.
La fama de las patatas fritas de George Crum fue tal, que incluso se convirtieron en el plato estrella del restaurante bajo el nombre de “Saratoga Chips”. E incluso esa misma fama, que no tardó en extenderse por todos lados, llevaría a nuestro cocinero-descubridor a abrir su propio restaurante.
Aunque, para mayor mérito de George Crum, debemos recordar que aquellas patatas chips todavía tenían la tediosa labor de cortarse a cuchillo. Pero que podía hacer, si al fin y al cabo, como dice el refrán… “No hay mal que por bien no venga”.
Y terminamos con una pregunta: ¿Qué pensaría el Sr. Crum al ver que, 168 años más tarde, hemos mejorado su receta al freír las patatas a baja temperatura y en Aceite de Oliva Virgen Extra Premiun?
Seguramente, George Crum también sería fan de Coquere´s.